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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Un gualeyo protagonista de la Historia Nacional



FRUTOS CÓRDOBA MORENO

Por el Prof. Gustavo R. Cichero
           
               Una vez más recurrimos al archivo del profesor Cichero para conocer otro aspecto de la historia de Gualeguay, en este caso en la figura de un soldado nacido en nuestra ciudad que intervino en los principales hechos militares que sucedieron en el territorio argentino y latinoamericano durante el siglo XIX, que delinearon un país.  Misma manera que muchos otros hacedores de patria desconocidos u olvidados, Frutos Córdoba Moreno no figura en las páginas de la historia argentina. Es bueno que por lo menos en las páginas regionales, estos actores, sean recordados y considerados. (Jorge Surraco-editor)


“Muchedumbre de beneméritos servidores de la Patria yacen en absoluto olvido. Encontrar algunos de ellos a través de añejas papelerías o en tumbas derruidas, implica siempre íntima satisfacción y cuasi el deber imperativo de sacarlos a luz, aventar el polvo acumulado sobre sus lápidas mortuorias”.Con estas palabras, comenzaba un artículo del 13 de marzo de 1938, publicado en el diario “La Mañanade Gualeguay. 

El autor de ese artículo, Fray Reginaldo Saldaña Retamar, tuvo la posibilidad de consultar la foja de servicios del Capitán Frutos Córdoba Moreno, protagonista de la historia militar argentina.

Este vecino de Gualeguay, nació  el 15 de agosto de 1834 y se destacó en las contiendas civiles e internacionales, en las que estuvo comprometida nuestra nación, en la segunda mitad del siglo XIX.
Sus actividades bélicas, comenzaron cuando tenía solo 16 años de edad, en el mes de enero de 1851, sirviendo en la “División Estrella”, de la que fue dado de alta con la gracia de “Soldado Distinguido”.

Su desempeño cobró protagonismo unos meses después, más precisamente en agosto, cuando participó junto a las fuerzas de Urquiza, de la campaña a la República Oriental del Uruguay contra el general Manuel Oribe, aliado de Juan Manuel de Rosas. Esta campaña, no fue exitosa solo para el gobernador entrerriano, sino también para Frutos, quién recibió las insignias de “Sargento”.

Consolidada la ruptura de relaciones entre Urquiza y Juan Manuel de Rosas, intervino en la Batalla de Caseros, el 2 de febrero de 1852, siendo premiado por su accionar con el grado de “Sargento 1º”. 
Lancero entrerriano

Buenos Aires, en desacuerdo con la nueva política llevada adelante por Urquiza, se separó del resto de la Confederación Argentina. Hilario Lagos, en disidencia con los porteños, sitió Bs. As. con el objeto de que la provincia separatista se reincorpore. En este hecho militar, también estuvo Frutos, quien fue ascendido a “alférez”.
En 1854, formó parte de la escolta que acompañó al entonces presidente de la Nación, Justo José de Urquiza, en su viaje a la provincia de Córdoba.

Cuatro años más tarde, en 1858, recibió el ascenso como “Teniente 1º” y unos meses después, recibió el título de “Capitán graduado de caballería”.
No alejado del campo de batalla, retomó las armas para asistir a la batalla de Cepeda en 1861, entre las tropas de la Confederación, dirigidas por Urquiza y las fuerzas de Buenos Aires, comandadas por Bartolomé Mitre. Esta beligerancia será consagratoria en su carrera militar, pues regresó a Entre Ríos con el grado de “Capitán”.

Al estallar la Guerra contra Paraguay en 1865, se incorporó a la “División Gualeguay”, que formó parte del Ejército Entrerriano, el cual se disolvió posteriormente.
Los años transcurrieron y Frutos Córdoba Moreno solicitó, el 18 de Junio de 1887, al Ministro de Guerra y Marina, Eduardo Racedo, una compensación por sus servicios prestados. Argumentaba: “Que habiendo pasado toda mi juventud prestando mis servicios a la Patria, hoy me encuentro avanzado en años y enfermo: enfermedades contraídas en servicio del Gobierno de la nación a quien he servido con lealtad y patriotismo”.
 
Soldados federales

En el mismo año que pedía esta retribución económica, Frutos Córdoba Moreno fallecía. Aunque hoy ya nadie recuerda a este vecino ilustre de nuestra ciudad, en aquel entonces, el secretario municipal, Leonardo Burgo Texera, lo recordó oficialmente en nombre de la Municipalidad de Gualeguay con estas palabras: “¡Quince años de rudas andanzas! ¡Quince años sobre el caballo por campos y poblaciones de tierra argentina y en tierra uruguaya! Quince años con la mano en el arcabuz y estopín en el pedrero, cual los primeros conquistadores, constituyen fornidos peldaños rumbo a la cumbre de la gloria”


(Palabras grandilocuentes; citas metafóricas; adjetivaciones rimbombantes, típicas de homenajes póstumos que más que honrar al destinatario, parecen querer hacer lucir al que las pronuncia. Este tipo de discursos se repite a lo largo de las épocas llegando a nuestros días y su análisis nos remite a experiencias recientes con nuestros pibes o gurises de la guerra, que fueron escondidos de manera vergonzante y que aún hoy no han recibido, por parte del pueblo argentino, el reconocimiento que merecen). Jorge Surraco-editor


Fuente consultada por el profesor Cichero
* SALDAÑA RETAMAR, Fray Reginaldo. “Hombres de Gualeguay: Capitán Frutos Córdoba Moreno”. Diario La Mañana. Gualeguay. Domingo 13 de marzo de 1938. Pág. 1

martes, 26 de agosto de 2014

EL CASAMIENTO DE MELITÓN JUÁREZ



Por el Lic. Gustavo R. Cichero

Para muchos de nuestros vecinos, Melitón Juárez solo involucra el nombre de una calle, conocida por cruzar el frente de la Escuela Normal y el costado este de la Plaza San Martín. 

Pero ese nombre, guarda mucho más para nuestra ciudad. Melitón Juárez no pasó desapercibido en la historia de Gualeguay. Fue Jefe de Policía en 1890 y entre 1900 y 1903, año en que se alejara hacia Santa Fe; fue protagonista durante la revolución de la Unión Cívica en 1890, defendiendo los intereses del presidente Juárez Celman; fue presidente del “Comité de Socorro a los Heridos”, encargado de atender a los perjudicados en esta revolución y miembro de la Comisión Administradora, encargada del gobierno de nuestra ciudad entre 1891 y 1892. (1)
Su vida privada también está unida a nosotros, al contraer matrimonio con Rosa Carboni, una hija de Gualeguay, el sábado 27 de septiembre de 1890.
Es sumamente interesante el rol que jugó en la fiesta de boda el diario La Discusión, al enviar un reportero a cubrir el evento.
El relato pintoresco nos brinda los pormenores del acontecimiento.
A continuación se comparten algunos párrafos que el simpático periodista escribe para el diario.

Publicación original 1
 “La interesante ceremonia nupcial, civil y religiosa, tuvo lugar en casa de los padres de la novia […].
Una concurrencia numerosa, selecta y distinguida de señoras, niñas y jóvenes había acudido a presenciar ese envidiable acto de himeneo que iba a hacer ingresar una pareja simpática y dichosa en el juicioso gremio de los casados.
Pronunciado el sí tan deseado, y ya unidos con los estrechos lazos matrimoniales, los jóvenes desposados recibieron los augurios felices de sus numerosos amigos y amigas, quienes se dispusieron a festejar con una brillante y alegre tertulia el feliz acontecimiento.
[…]
La brillante tertulia que empezó a las 9 ½ […] tuvo lugar en un espacioso patio, transformado en un lujoso y elegante salón arreglado y dispuesto con profusión de luces y con multitud de flores colocadas con exquisito buen gusto.
Treinta parejas animadas por ese entusiasmo y alegría, que son infaltables en toda ceremonia de casamiento, lanzáronse en el torbellino del baile, dando rienda suelta a la expansión de declaraciones más o menos inspiradas en el amor y la poesía y que son el pan bendito en toda fiesta nupcial.

 
Publicación original 2
Al compás de los brillantes vals, cadenciosas mazurcas y alegres polcas se habrán echado las bases de quince noviazgos por lo menos, a juzgar por la cara de pascuas que tenían algunos.
La parte musical, que es una de las más importantes en toda tertulia, estaba bien representada por el profesor de piano señor Bidaola […] y el señor José M. Cabral y los jóvenes Eduardo Cabral y Darío G. Calderón que nos hicieron oír preciosos vals y mazurcas con terceto de violín, flauta y piano.
[…]
Un espléndido buffet había sido preparado con riquísimos dulces y vinos generosos, donde los concurrentes brindaron repetidas veces por la salud y felicidad de los jóvenes desposados.
[…]
En resumen, ha sido una espléndida y brillante fiesta nupcial, que ha proporcionado a todos los momentos más gratos y amenos.
[…]”. (2)


 CITAS

(1)Cf. VICO, Humberto P. Historia de Gualeguay: Desde sus orígenes hasta 1910. Santa Fe. Edit. Colmegna. 1972. Pág. 246-248, 257-258

(2) “Azahares”. Diario La Discusión. Gualeguay. Martes 30 de septiembre de 1890. Pág. 2


jueves, 17 de julio de 2014

Un gualeyo comprometido con su tiempo



CARLOS BERNALDO DE QUIRÓS



Por el Lic. Gustavo R. Cichero



Carlos Bernaldo de Quirós fue un reconocido hijo de Gualeguay, nacido en 1895. Era hijo de Julio Bernaldo de Quirós y de Carlota Ferreyra.      

Culminados sus estudios de nivel medio se estableció en Buenos Aires, donde se graduó como abogado en solo tres años, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA.


Con el título universitario en su poder se radicó en La Rioja, donde fue profesor de Historia de la Civilización; juez del crimen (1920); juez en lo civil y comercial (1921); presidente del Superior Tribunal de Justicia (1922-1923); diputado a la Legislatura de dicha provincia (1927-1928); miembro de las comisiones reformadoras del Código de Procedimientos Civiles y Comerciales (1921) y del Código Rural (1924).


Hacia 1928 renunció a la banca en la Legislatura Provincial de La Rioja y se trasladó a Buenos Aires, donde ocupó diversos cargos dentro del Banco Hipotecario Nacional, como abogado auxiliar; jefe de Asuntos legales; jefe letrado de la Oficina Jurídica en Casa Central, entre otros.


Establecido en la gran provincia intensificó sus actividades, siendo presidente del Tribunal de Ética  de la Asociación de Abogados de Buenos Aires y del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional “Bartolomé Mitre”. Fue abogado del “Instituto de Maternidad y Eugenesia e Infancia” y del diario “El Pueblo”; presidente de la Sociedad Carlos Ameghino; socio fundador y miembro de la comisión directiva de la Asociación Folklórica Argentina; profesor de Eugenesia Jurídica y social del Instituto Politécnico de Biopatología, Eugenesia y Medicina Social (1) y profesor en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata.


Su labor se ve enriquecida con el legado que nos ha dejado a través de numerosas obras publicadas. Algunas de ellas son Apuntes de Derecho Romano (1917); Historia de Derecho Argentino (1919); Delincuencia venérea (1934); Las enfermedades profesionales de la Ley de Accidentes del Trabajo (1935); Inquietudes al margen de mi lucha: estudios de eugenesia y sociología”.



Como puede observarse hasta aquí, no solo se destacó como jurista, sino también como sociólogo. En su libro Problemas Demográficos Argentinos, abordó sobre los problemas sociales que se relacionan con la demografía y las consecuencias de la misma dentro de la organización político – social de nuestro país. Esta obra, que vio la luz en 1942 y estuvo prologada por Alfredo  Palacios, pretende resaltar las consecuencias negativas que tenía para nuestro país la baja de la natalidad, profundizando en las causas que la provocaban.


Su interés por la sociología se percibe en la visita que hizo a nuestra ciudad después de treinta años de ausencia, donde disertó sobre “La revaloración humana en potencialidad nacional”; conferencia pronunciada en el Teatro Mayo el sábado 23 de mayo de 1942.


Un hombre comprometido con su tiempo, exteriorizó su preocupación escribiendo sobre problemas de nuestro país, muchos de los cuales aun perduran: natalidad, nupcialidad, mortalidad, enfermedades, interés desmedido de los jóvenes ciudadanos por el enriquecimiento monetario sin comprometerse en la vida política y social del país.


Su interés por el mejoramiento humano recibió respuesta del Gobierno Nacional (Presidencia de Ramón Castillo), al plantear en agosto de 1942 la necesidad de que se dicten clases alusivas a los problemas demográficos de nuestro país, de acuerdo con un proyecto presentado por Quirós en el Primer Congreso argentino de la Población (1940).


Sus publicaciones, proyectos, clases y conferencias le valieron numerosos reconocimientos nacionales e internacionales.


El Dr. Luis R. Mac ‘Kay dijo sobre Carlos Bernaldo de Quirós: “[…] no es de los hombres que hacen del talento su destino sino de aquellos que labran su destino con talento. […] llega al terruño con auras de patria y con un mensaje de paz, espiritualidad y progreso en estos momento aciagos en que la humanidad se debate en un espantoso caos de regresión y barbarie, engendro de un materialismo absurdo que sacrifica todo lo divino que tiene el hombre” (2)


CITAS
(1)Fue la primera persona del continente Americano en dictar esta cátedra.
Cf. “Dr. Carlos B. de Quirós. Su personalidad”. Diario La Mañana. Gualeguay. Jueves 21 de mayo de 1942. Pág. 1
(2)MAC ‘KAY, Luis R. “Sobre la personalidad del Dr. C.B. de Quirós”. La Mañana. Gualeguay. Miércoles 27 de mayo de 1942. Págs. 1,4

FUENTES
* “Entrerrianos destacados”. La Mañana. Gualeguay. Martes 13 de agosto de 1940. Pág. 1.
* “Bibliografía: Problemas demográficos argentinos”. La Mañana. Gualeguay. Miércoles 25 de marzo de 1942. Pág. 1
*“Dr. Carlos B. de Quirós. Su personalidad”. Diario La Mañana. Gualeguay. Jueves 21 de mayo de 1942. Pág. 1
* “Una enjundiosa conferencia pronunció ayer el Dr. Carlos B. de Quirós”. La Mañana. Gualeguay. Domingo 24 de mayo de 1942. Pág. 1
* MAC ‘KAY, Luis R. “Sobre la personalidad del Dr. C. B. de Quirós”. La Mañana. Gualeguay. Miércoles 27 de mayo de 1942. Págs. 1,4


viernes, 31 de enero de 2014

AÑORANZAS… de las colonias judías de Entre Ríos.



Parte primera.
Elena o Ethel en la actualidad

Por Elena Moguilevsky

Elena Moguilevsky de Jaján, Ethel como las conocemos en Gualeguay, nació en Colonia Nº 26, Basavilbaso, Entre Ríos, un 28 de marzo de 1927.Es la novena hija de Rosa Zentner y Samuel Moguilevsky.
Reside en Gualeguay desde el 25 de enero de 1947, cuando se casó con Arón Jaján.
Nunca escribió otra cosa que no sean cartas, actividad que siempre hizo con sumo placer.
Hizo teatro vocacional en el pueblo donde nació y creció. Su sueño fue ser actriz y cantante, en cambio, ha sido y es esposa, madre de tres hijos que le dieron nueve nietos y estos a su vez le regalaron cinco bisnietos.
Tapa del libro de Ethel

Segmentos de Vida se complace en dar a conocer fragmentos de su libro de recuerdos “Añoranzas”, publicado en el año 2010.
Nos hemos permitido realizar extracciones de sus textos y a veces cambio de orden de sus párrafos para una mejor comprensión de la síntesis que presentamos. Si bien en principio son recuerdos personales y familiares, su difusión puede ayudar a conocer como era la vida diaria, las historias de vida en las colonias judías de Entre Ríos, el detalle íntimo, emotivo, más allá de las historias formales de las mismas.


            …Cosas alegres, otras tristes, forman parte de la vida de cada uno y yo contándolas a veces, con gente amiga… cuando surgió el tema de los judíos que vivían en la ciudad y de los otros, como yo, auténtica descendiente de “gauchos judíos”, como Alberto Gerchunof los denominó, y como fueron mis padres, mis abuelos y mis tíos, especialmente de la rama de papá…
Papá, mamá, Juan y yo-1929

            …pensar que (los años) se van tan rápido y que uno después ni recuerda como fueron, o lo que es peor, no recuerda cosas queridas, que por momentos quisiera poder traer a la memoria; oír la voz de los padres, el olor de regazo de mi madre, quien para mí tenía algo especial,¡algo muy especial!, una mezcla de yuyos de campo con comida y, seguramente, yo también apuraba el tiempo para ser grande, hoy que estoy casi al límite por un minuto, como dijo el poeta, quisiera verlos, oírlos aunque sea una vez más.
            Sé que mis seres queridos no se han ido del todo, están en mis recuerdos, en los lindos momentos pasados y también en los otros, pero las anécdotas vividas juntos, la infancia maravillosa, los años en que la enorme mesa se llenaba de familia, amigos y parientes, la llegada de los hermanos ya grandes, casados, con hijos, es algo difícil de olvidar.
            Los menores éramos muy unidos: Leoncho, Bume, Juancito y yo, nos extrañábamos si alguno por cualquier motivo, tenía que irse a algún lado, y muchos más en la época del servicio militar. Recuerdo el ansia de verlos, de tenerlo, de tener una carta, eran épocas muy duras a las que nadie escapaba, menos yo que era la menor y nadie me ocultaba nada. Parecía que, antes que las cosas sucedieran, ya sabía lo que iba a venir, todo era crudo, natural, “la vida”.


            Los Moguilevsky, tenemos una raíz lírica, papá era un hombre que leía mucho, hablaba cinco idiomas y le gustaba tocar el violín. Llegó de 24 años de Rusia, traía toda la fibra de los bailarines, era un gran bailarín ruso y todos sus hermanos gustaban de la música.
            Cuando se regresaba no muy tarde de Basavilbaso, pasábamos por la línea 25[1], allí vivían los abuelos Wolf y Sara Moguilevsky, con ellos tío Dude casado con la tía Guiti, y cuatro hijos, Cruzando la calle vivían Tío Marcos y tía Rive, con varios hijos, algunos grandes, ya fuera del campo y, en la misma dirección de los abuelos, patio y alambrado de por medio, residía tío Benjamín y tía Fani, con tres hijos, Dokke, León y Enrique. Ahí se formaba una gran fiesta, cortaban la calle, ningún colono podía pasar, todos hacían música con tachos, violines, cantos y más de alguna vez, terminaban en pelea de hermanos.

            Con tanta familia, con la naturaleza que nos mostraba el por qué de las cosas, recuerdo hoy, es cómico, cuando fui a vivir a Colón[2] para seguir la primaria, una de las compañeras comentó que había visto con sorpresa, cómo a una gallina le había salido el huevo debajo del ala, lógicamente yo reí a carcajada, a mí no me podían engañar, eso me costó una penitencia, ni la maestra podía creer que una niña pequeña ya hablara tan claro de ciertas cosas. Eran tiempos de los pecados y para mí, eran cosas de todos los días. Recuerdo que mamá cada vez que iba a matar una gallina, primero le hacía un tacto, para ver si era de las ponedoras, si lo era, ¡no se tocaba! Esa anécdota me abrió los ojos y entendí la diferencia entre la vida de la ciudad y la del campo. Todo esto me hizo como soy: natural, sin tapujos y sin mentiras.
            Juancito y yo somos los dos más chicos, nos unen muchos recuerdos, yo digo que somos como gemelos, hasta en las nanas y con él rememoramos miles de historias, unas verdaderas y otras imaginarias, nuestras o de los que las contaban. Éramos muy chicos y comenzábamos la escuela en el campo, nos tocaba un largo camino a caballo desde donde vivíamos, línea 26, hasta la línea 25, donde hacíamos doble escolaridad, por la mañana escuela castellana y por la tarde idisch[3]. Los edificios estaban separados con un alambrado y por un portoncito, para pasar de una a otra. La escuela idisch tenía árboles en los que atábamos el caballo y de sus monturas colgaban nuestros almuerzos en una bolsa, que nos preparaba mamá: huevo duro, fiambres judíos con pan casero y en algunas oportunidades jalbá (hoy mantecol), dulce de membrillo y  leicaj (bizcochuelo).
            Era muy lindo, a pesar de lo pobre que éramos, tenía su encanto y hoy viéndolo a setenta años de distancia, se añora todo, desde el olor de los caballos hasta los paraísos florecidos que nos daban su perfume.

Continuará
           


[1] Se llamaban líneas a las calles que separaban los campos donde se dividían las parcelas de tierra. Iban desde la línea uno hasta la mil trecientas.
[2] Colón, ciudad entrerriana situada sobre el río Uruguay.
[3] El yidis, ídish, yídico o yídish es un idioma también conocido como judeoalemán y es hablado por las comunidades judías tanto del centro como del este europeo, así como sus descendientes en otros lugares del mundo. A lo largo de la historia el judío tenía un idioma para uso diario, reservando el hebreo para el rezo o estudio de textos sagrados. En tiempos bíblicos y talmúdicos fue el arameo, más tarde los judíos ashkenazíes de Europa central y oriental adoptaron el Idish (de la palabra Yid, o judío), un idioma basado en el alemán y los Sefaradíes el Ladino, un idioma basado en el español. Se consideraba sacrilegio utilizar la Lengua Sagrada para uso cotidiano. Si bien el Idish no es un idioma sagrado, es un idioma muy judío, por lo menos para los judíos Ashkenazíes. Muchos conceptos, ideas y sentimientos no se traducen adecuadamente a otros idiomas. Ni hablar de los gestos que acompañan muchas de las expresiones. El Idish vendría a ser un idioma audiovisual. (http://www.jabad.org.uy/templates/articlecco_cdo/aid/2155154/jewish/El-Idish.htm)


Ethel y Arón en la actualidad con el autor de este blog