Memorias curiosas de un cronista curioso y oculto.
La historia registra a un Beruti bastante revoltoso que se llamaba Antonio Luis, que formó dúo con Domingo French, los conocidos French y Beruti, aquellos a los que las figuritas escolares los muestran repartiendo cintas celeste y blancas delante del Cabildo. El otro, Juan Manuel, el protagonista de esta nota, era hermano de Antonio Luis, pero no hay datos que lo muestren acompañando a su hermano o a otros grupos, sean revolucionarios, absolutistas o moderados, los tres “partidos” protagonistas del hecho político en cuestión. ¿Qué hacía este Beruti aparentemente tan distinto del fogoso Antonio? Observaba, chusmeaba y escribía un diario de lo que sucedía en Buenos Aires, sin destinatario ni objetivo explícito, fuera de él mismo. Había adquirido este hábito en 1790 a los trece años y por sesenta lo mantuvo, llenando cuadernos y cuadernos con una letra parejita de burócrata, anotando año por año los acontecimientos que le llamaban la atención.
Juan Manuel Beruti y uno de sus nietos |
No era historiador ni periodista, tan solo un testigo “discreto, prolijo, observador, más bien retraído, amigo de frecuentar iglesias y conventos, un poco chismoso, tal vez algo miedoso y con un santo horror por cualquier forma de violencia.” No se destacó en ningún círculo ni partido político. Toda su vida, desde 1817, fue un pacífico empleado de la Contaduría de la Aduana. Murió en enero de 1856. El 1º de octubre de 1855 es la fecha del último asiento de su diario.
Este manuscrito y su autor, estuvieron ocultos e ignorados por casi cien años siguiendo los cuadernos un curioso derrotero: en 1869, un hijo de Beruti los donó al Dr Dardo Rocha quien los mantuvo en su archivo, quizá sin prestarles atención, por 75 años. En 1945, un hijo del fundador de la ciudad de La Plata, los facilitó a la Biblioteca Nacional, que encaró la publicación por primera vez de las MEMORIAS CURIOSAS a los 150 años de haber sido iniciadas. Sólo falta el período de 1830 a 1842, hasta ahora no hallado, que contenía apreciaciones sobre el gobierno de Juan Manuel de Rosas y ante el temor de ser descubierto y confiscado por la Mazorca, se lo ocultó tan bien que aún no ha sido encontrado y tal vez se haya perdido definitivamente.
Las Memorias están capituladas año por año y comienza cada capítulo con la nómina de las autoridades en ejercicio. Luego registra los hechos que al cronista le interesan, como también recoge versos populares, los arreglos o construcciones de los edificios públicos y los sucesos políticos militares del convulsionado devenir de estos pagos. Por estos valiosos registros es posible conocer algunos aspectos que las historias convencionales no recogen. Veamos lo que cuenta de los sucesos de Mayo de 1810.
El registro del año 1810 comienza con la nómina de los Alcaldes Municipales que en esos años eran elegidos por un año. A continuación nos enteramos que hasta el año anterior los muertos se enterraban en las iglesias y a partir de ese mes de enero se deberán hacer en camposanto que las mismas iglesias deberán disponer hasta tanto se instale el público. Luego habla de la consagración de un obispo en la catedral ocurrida el 24 de febrero. El 14 de marzo anota que se terminó el frontis y torres de la iglesia de San Francisco y de ahí salta al 19 de mayo donde deja constancia de la llegada de un barco inglés con “la infausta noticia” muy conocida de la caída de Sevilla en manos de los franceses y la disolución de la Junta. A partir de aquí las anotaciones son tan cotidianas como los sucesos que se precipitan. Lo que cuenta en general es lo que hemos estudiado y repetido tantas veces. El Cabildo de acuerdo con los jefes militares decide defender a estas provincias de las apetencias extranjeras para lo que decide presentarse al virrey solicitando su abdicación del mando en el Cabildo, “para que éste con anuencia del pueblo tratase de formar el gobierno que debíamos adoptar.”
Relata la reunión también conocida entre el Alcalde Lezica y el virrey; el pedido de éste a los jefes militares sobre la posición que tomarían, la respuesta de Saavedra sobre que debería abdicar y al no tener apoyo, nos cuenta Beruti, el virrey pide dos cosas: al Alcalde que el Cabildo le remita un oficio que el contestaría de la misma manera; “y a Saavedra y demás comandantes suplicó lo mirasen como era debido, considerando tenía familia y por lo mismo le señalasen un sueldo para poderse sostener retirado con su mujer e hijos…; a cuya súplica se le dijo no tuviera cuidado que se le señalaría su correspondiente renta…; con lo que quedó conforme y allanado.” Cuando hay efectivo, no hay desacuerdo entre caballeros.
El día 21, siguen los cabildeos entre el Cabildo y el virrey y es éste según Beruti el que propone y autoriza, convocar un cabildo público para tratar “si debía o no soltar el mando”. De ser cierto esto, el Cabildo Abierto del 22 de mayo fue idea del virrey Cisneros. Mientras tanto “la multitud de pueblo que estaba en la plaza, no sabiendo lo que había contestado el virrey”, se pone nerviosa y a los gritos pide saber si el virrey “había soltado el mando”. El interlocutor es el Síndico Julián de Leyva quien expresa según Beruti que “el excelentísimo señor virrey está allanado y dispuesto a cuanto diga el Cabildo…No tengan vuestras mercedes recelo, que este excelentísimo Ayuntamiento… arreglará todo, retírense todos a sus casas que no hay novedad…; a cuyas razones… el inmenso pueblo prorrumpió: Viva el Cabildo. Con lo cual… el pueblo se retiró.
Con todo respeto pensamos que Leyva no deseó felices pascuas porque ya habían pasado, pues lo que dijo es muy semejante a “la casa está en orden”.
Con todo respeto pensamos que Leyva no deseó felices pascuas porque ya habían pasado, pues lo que dijo es muy semejante a “la casa está en orden”.
Vaya, vaya… con las analogías de la historia.
El día 22 “Amanecieron puestas centinelas en las bocacalles que entran en la plaza con orden de no dejar entrar a ninguna persona que no presentase la esquela de convocación que el Cabildo pasó la tarde antes… y esto se hizo por obviar tumultos en la plaza.” Es decir, que no querían a la gente presionando en la plaza mientras los 245 que podían votar por decisión del Cabildo, discutieran la suerte del virrey. La reunión duró hasta pasada la medianoche y por 27 votos de diferencia se decide la caducidad de Cisneros.
El 23 de mayo el virrey firma el acta de abdicación del mando a favor del Cabildo como gobernador y capitán general, el que “mandó hacerlo saber por bando público para inteligencia de todos…, a son de cajas y tambores, y con todas las tropas y formalidades de uso…; con lo cual quedó el pueblo pacífico.”
“El 24 de mayo de 1810. El excelentísimo Cabildo, en virtud de las facultades que el pueblo le dio en el Cabildo Abierto, procedió a nombrar a los sujetos que habían de componer la Junta de gobierno…, y nombró presidente al… señor virrey… etc. etc. etc. y prestaron el juramento… y se hizo salva de artillería, hubo repique general de campanas, y a la noche iluminación general de la ciudad; todo lo cual se hizo saber al público por bando…;”
La contrarrevolución estaba en marcha.
La contrarrevolución estaba en marcha.
“El 25 con motivo de una representación que hicieron un considerable número de vecinos, los comandantes y varios oficiales de los cuerpos voluntarios por sí y a nombre del pueblo pidiendo no ser de su agrado la elección que se hizo…” Nótese que las fuerzas militares que aparecen aquí no son las regulares o profesionales sino las voluntarias, es decir el pueblo que había formado ejércitos propios para combatir contra las invasiones inglesas.
El resto de la historia de este día es muy conocida y es lo que festejamos todos los 25 de mayo de cada año. Pero los actos siguen varios días más porque era necesaria la jura de obediencia a la Junta. El 26 lo hacen los tribunales y las autoridades eclesiásticas, civiles y militares. El 27 todas las tropas formadas en la plaza con descarga de artillería y fusilería mediante. El 30 “se hizo una solemne función en la catedral y se cantó el Tedéum en acción de gracias por la instalación de la Junta,…
Más adelante Beruti se regocija por la forma en que se hizo la revolución, con madurez y sin derramar sangre; “pero la cosa fue dirigida por hombres sabios,…(entre los que ubica discretamente a su hermano Antonio Luis) …estaba coordinando algunos meses hacía; y para conocerse los partidarios se habían puesto una señal que era una cinta blanca que pendía de un ojal de la casaca, señal de unión… y en el sombrero una escarapela encarnada y un ramo de olivo por penacho, que lo uno era paz y el otro sangre contra alguna oposición que hubiera… Otro testimonio de la época que indica que las cintas no eran celestes y blancas como cuenta la leyenda de la historia convencional y tenían un mensaje que era en realidad una amenaza.
Estas Memorias de Beruti, de título enormemente largo, tienen una riqueza y espontaneidad que nos permiten adentrarnos en la cotidianidad de nuestro pasado con una vivacidad que carecen los textos de los historiadores tradicionales.
BIBLIOGRAFÍA
Beruti, Juan Manuel – Memorias curiosas – Emecé Editores S.A. – Bs.As. 2001
Corbellini, Enrique C. – LA REVOLUCIÓN DE MAYO y sus antecedentes desde las Invasiones inglesas – T II La Revolución – Lajouane SRL Editores – Bs. As. 1950.
Revista Todo es Historia Nº 5 – Juan Manuel Beruti, el constante cronista (sin mención de autor) – Bs. As. Septiembre de 1967