El 17 de julio de 1871, Medina muere en la batalla de Manantiales.
Con mucha
satisfacción publicamos este trabajo del Prof. Gustavo Cichero sobre
este prócer, protagonista de muchos eventos transcurridos, en los primeros sesenta
años de existencia de nuestra patria y de la República Oriental del Uruguay. Nos
parece importante recordar a hombres que contribuyeron a forjar nuestra
identidad y que son ignorados por la historia impuesta. Si bien al pie de la
nota dejaremos, con todo respeto, nuestro disenso respecto a algunos datos
aportados por nuestro amigo Cichero, coincidimos en el espíritu e intención
general del artículo.
Nos cuenta Gustavo
Cichero:
Francisco (Pancho) Ramírez |
La declaración de nuestra Independencia, el 9 de
julio de 1816, hecho de suma trascendencia para nuestro naciente Estado, generó
una serie de largas y sangrientas luchas civiles en todo el territorio
nacional. La provincia de Entre Ríos no fue ajena a estos enfrentamientos y dio
importantes hombres, dentro de los cuales se destaca Francisco Ramírez (Pancho
Ramírez).
Pero como todos sabemos, la trascendencia de las
grandes personalidades de la historia, solo ha sido posible por personajes
secundarios, que a través de sus acciones inmortalizaron la figura de héroes,
caudillos, políticos, entre otros.
Anacleto Medina fue uno de estos personajes; un
soldado que peleó bajo las órdenes de Pancho Ramírez y trascendió a la
posteridad por su valentía. Él fue quien rescató a Delfina – mujer de Ramírez –
en Río Seco y la llevó hasta Concepción del Uruguay. También participó de las
campañas de Urquiza y fue protagonista en la Batalla de Caseros en 1852, enfrentamiento armado
que daría paso a la redacción de nuestra Constitución Nacional.
Medina fue un aborigen nacido en las Misiones,
aproximadamente en 1786 (Sic) y su bautismo de fuego en los campos de batalla
entrerrianos, se produjo en los combates librados por Ramírez y López Jordán
(padre) en 1810. Prestó sus servicios a Artigas y combatió contra el general
Lamadrid, contra Estanislao López, contra el general Bustos y tras la muerte de
Pancho Ramírez en 1821, se unió a las fuerzas de Ricardo López Jordán (padre).
Gervasio de Artigas |
En disidencia con el gobernador entrerriano Lucio
Mansilla, Anacleto Medina se sublevó en 1822, pero fue tomado prisionero y
condenado a muerte. A pesar de su accionar insurgente, Lucio Mansilla valoraba
las cualidades del “aborigen misionero” y le perdonó la vida. Como retribución,
Anacleto Medina se puso al servicio del gobernador entrerriano, quien lo nombró
teniente coronel y lo puso al mando del escuadrón Escolta del Gobierno. Sus
posteriores éxitos militares le permitieron ascender a coronel en 1826.
Manuel Dorrego |
Luchó a las órdenes de Lavalleja y posteriormente se
plegó al general Lavalle en su lucha contra Dorrego y posteriormente contra
Rosas. Las derrotas militares sufridas contra Rosas, lo obligaron trasladarse a
la Banda Oriental,
donde fue nombrado Comandante Militar de la Sección del Litoral. Se puso a las órdenes del
jefe unitario Fructuoso Rivera y junto a él combatió contra el General Manuel
Oribe.
Juan Galo de Lavalle |
Su desempeño en el campo de batalla, le posibilitó el
ascenso a brigadier general, siendo designado en octubre de 1838 comandante
general de Armas de la ciudad de Montevideo. Tras numerosas combates en suelo
uruguayo, Medina se unió al ejército del General Urquiza, quien le encomendó el
ejército de vanguardia y posteriormente el ala derecha de las fuerzas que
derrotarían a Rosas en la
Batalla de Caseros.
Su nombre cobraba fama y sus vastos antecedentes en
la lucha, le permitieron alcanzar en 1855, el cargo de comandante en jefe del
Ejército, en 1856 el comando general de Armas de Montevideo, en 1860 fue
designado interventor general de Revistas, en 1863 jefe del Ejército de
Operaciones al sur de Río Negro.
Toda su vida vivió empuñando sable y lanza y así
murió. Siendo ya un anciano, con más de ochenta años, encontró la muerte en la
batalla de Manantiales, en las cercanías de Colonia del Sacramento (Rca.
Oriental del Uruguay) el 17 de julio de 1781.
Mezclado durante décadas en rencillas, revueltas y
guerras civiles, Anacleto Medina supo ganarse el respeto de los más destacados
caudillos y militares argentinos y uruguayos.
De Medina, dice el historiador Aníbal Vásquez: “Murió con él un viejo batallador, una
figura legendaria que hizo culto del coraje en los combates”.
Prof. Gustavo Cichero
gustavocich@yahoo.com.ar
NUESTRO COMENTARIO
Alguien dijo alguna vez que la historia nuca se
termina de escribir porque la aparición de nuevos documentos obliga a
replantear lo asegurado hasta ese momento. Pasa en la historia de todos los
países.
Veamos nuestro disenso respecto a algunos párrafos de
este artículo:
1.- En el primer párrafo nos dice: “La
declaración de nuestra Independencia, el 9 de julio de 1816, hecho de suma
trascendencia para nuestro naciente Estado, generó una serie de largas y
sangrientas luchas civiles en todo el territorio nacional.” No creemos que la declaración de nuestra
independencia haya generado las luchas civiles sino que, pensamos, las inició
la política centralista porteña y esto, es anterior a la reunión del Congreso
de Tucumán, si bien el mismo estuvo dominado por esa política. Como
planteáramos en nuestra nota sobre el 9 de julio y la ausencia del Litoral[1], en el mes que se
reunían los representantes de otros distritos de las Provincias Unidas en
Tucumán (marzo de 1816), un ejército de Buenos Aires invadía Santa Fe. Algunos
años antes, al reunirse la Asamblea del año 13, los delegados del Litoral
Artiguista, fueron rechazados. En diciembre de ese mismo año 13, el barón de
Holmberg invade Entre Ríos con la orden de fusilar a Artigas y “a sus bichos”,
pero es derrotado por Ortogués y Hereñú en EL ESPINILLO. En mi modesta opinión
este es el punto de inicio de las luchas civiles.
2.- Nos dice Cichero: “Anacleto Medina
fue…; un soldado que peleó bajo las órdenes de Pancho Ramírez….” Es cierto pero
Anacleto Medina es uno de los importantes jefes militares de las fuerzas de
Artigas, como luego Gustavo comenta. El caudillo oriental lo designa como
mentor militar de Ramírez (sargento instructor) cuando Pancho empieza a
perfilarse como el caudillo que luego fue. Anacleto Medina era un estratega
militar formado con Artigas y de su confianza, que posteriores desavenencias
entre ambos, llevará a Medina a volcarse plenamente al entrerriano[2] y en contra de Artigas.
3.- “…Él fue quien rescató a Delfina –
mujer de Ramírez – en Río Seco y la llevó hasta Concepción del Uruguay…” Nos
sigue comentando Cichero refiriéndose a Anacleto Medina. Éste es el punto quizá
de mayor controversia con el mismo general Medina a través de las memorias
personales[3]
que dicta a su secretario Gerónimo Machado. Allí dice taxativamente que el no
rescató a la Delfina porque no estaba en el lugar en que ocurre la muerte de
Ramírez y la consiguiente situación de peligro de la mujer. Hacia él, cuenta
Medina, que estaba escondido en un algarrobal, la lleva un grupo de soldados
que había logrado rescatarla. Tampoco dice en ningún párrafo de sus memorias
que él fue quien la condujo hasta Arroyo de la China o Concepción del Uruguay.
Si
bien estas memorias han sido cuestionadas en su autenticidad por varios historiadores[4],
Martiniano Leguizamón[5]
entre ellos. Más adelante, el mismo Leguizamón, en otro de sus escritos sobre
el tema[6],
saca de la escena a Medina y coloca como salvador y transportador de la Delfina,
al general Galarza. Por otro lado, Beatriz Bosch[7],
en años más cercano a nosotros, reconoce la autenticidad de los apuntes de
Medina.
4.-
“Medina fue un aborigen nacido en las Misiones,
aproximadamente en 1786 (Sic)…” Esta es una de las versiones del
lugar de nacimiento de Medina pero que luego ha sido desautorizada
estableciéndose que su nacimiento se produjo cerca de Colonia del Sacramento,
en territorio uruguayo[8].
Pero no hay dudas sobre su identidad de indio guaraní, igual que el cacique Andresito
(Andrés Guacurari), otro de los jefes militares que comandaron las tropas de
Artigas.
Como
dijimos en la introducción, no son cuestiones que alteren la semblanza que se
hace sobre el General Anacleto Medina, pero que hace a nuestras obsesiones por
acercarnos, en lo posible, a la precisión en los datos históricos y que pueden
jugar en el caso que avancemos siguiendo esta línea, en el estudio sobre la
muerte de Ramírez, partiendo de los mismos datos y considerando la presencia de Medina en el suceso. Por eso
el punto de mayor peso de nuestro disenso es el Nº 3 que se refiere al rescate
de la Delfina.
La
muerte de Ramírez tiene una versión romancesca que todos conocemos y nos
emociona, instalada por la historia oficial y repetida como verdad absoluta,
pero que no se condice con otros datos, testimonios e investigaciones más
recientes.
Como
cineasta ficcional y narrador oral, prefiero la versión romancesca, pero como documentalista
aficionado a los estudios históricos, necesito contraponer datos, documentos y
testimonios en busca de la posible verdad.
[1] Surraco, Jorge, ¿Por
qué Entre Ríos no estuvo en el Congreso de Tucumán, en 1816? Blog:
La Botica del diablo, junio de 2013.
[2] Fernández Saldaña, José María; Diccionario uruguayo de
biografías, Montevideo, 1945
y Yaben, Jacinto R.; Biografías argentinas y sudamericanas, Bs.
As., 1939. Ambos citados por Unamuno,
Miguel en La muerte de Ramírez y las
olvidadas memorias del General Anacleto Medina, A. Peña Lillo Editor,
Buenos Aires, 1980.
[3] Fueron publicadas por
primera vez en 1895 en la revista “El Porvenir Militar”, bajo el título Apuntes del General Don Anacleto Medina, enviadas
por el Coronel Antonio Díaz. Poco tiempo después se publicó en un pequeño
folleto o libro, quedando olvidas hasta que Unamuno las incluye como apéndice
de su obra ya citada.
[4] Palomeque, Alberto, El caudillo Ramírez y su querida doña
Delfina, Revista Americana
de Buenos Aires, Nº 65. 1929; criticando un artículo favorable a la
autenticidad de las memorias publicado en el diario La Prensa por Juan
Beverina. (Reproducidos en la obra de Unamuno ya citada).
[5] Leguizamón, Martiniano, La muerte del Caudillo Ramírez, diario La Nación, Bs. As., 15 de septiembre
de 1929, contestando a la publicación de Beverina y negando autenticidad a las
memorias de Medina. (Reproducido en la obra de Unamuno ya citada).
[6] Leguizamón, Martiniano, Hombres y cosas que pasaron, Bs. As. 1926. La misma afirmación de que en
realidad fue Galarza el que salvó a la Delfina, lo cuenta en una carta dirigida
al poeta Guillermo Saraví, agregando que se lo escuchó contar al mismo Galarza,
siendo el un chico participando de las tertulias de su padre, el coronel de su
mismo nombre, en la estancia familiar de Rosario Tala, Entre Ríos.
Fuentes consultadas por Gustavo Cichero
1)
ABAD DE SANTILLÁN, Diego. Gran Enciclopedia Argentina. Buenos
Aires. Ediar Soc. Anon., de Editores. 1966.
2)
PICCIRILLI, Ricardo; ROMAY, Francisco;
GIANELLO, Leoncio. Diccionario
Histórico Argentino. T5. Bs. As. Edic. Históricas Argentinas. 1954. Págs.
177 y 178.
3) VÁSQUEZ,
Aníbal. Dos siglos de vida
entrerriana. Paraná. Edit. Nueva Impresora. 1950. Pág. 343
Fuentes consultadas por Jorge Surraco
Unamuno,
Miguel, La muerte de Ramírez y las
olvidadas memorias del general Anacleto Medina, A Peña Lillo Ediciones, Bs.
As., 1980.
Rosa,
José María, Historia Argentina, T. 3, Editorial Oriente,
Bs. As., 1979.
Mitre,
Bartolomé, Historia de Belgrano y la
Independencia Argentina, Editorial Juventud Argentina, Buenos Aires, 1945.
Vásquez,
Aníbal, Caudillos entrerrianos: Ramírez, Casa Pedrassi, 1937.
Newton,
Jorge, Francisco Ramírez, el Supremo
Entrerriano, Plus
Ultra, Buenos Aires, 1964.
Gianello,
Leoncio, Delfina, Castellví, Santa Fe,
1952.
se tiene registro de alguna esposa de medina?
ResponderEliminarMuy bueno. Según mi padre somos y soy descendiente de Anacleto Medina, nunca hice una investigación. Sí, está el Puente Paso Medina en su nombre, y en esa región mi abuelo tenía campos heredados.
ResponderEliminarMi abuelo Eusebio Medina de los pagos de Bragado pcia de BS As siempre dijo ser el nieto de Anacleto Medina Medina
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